Historia
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  • Monica Chiriac | Media and Communications Officer, Yemen

Después de haber perdido a su madre cuando solamente tenía ocho años, Deivit tuvo que depender de sus siete hermanos y hermanas para recibir apoyo y cuidados. Todos ellos se fueron de su hogar en Boyacá, para intentar tener una mejor vida en Bogotá, la ciudad capital de Colombia.

Si bien él estaba muy agradecido a sus hermanos mayores por el apoyo brindado, fue una época muy dura. “Me sentía como una pelota de ping pong, yendo de una casa a la otra”, recuerda.

Deivit dejó la escuela a la edad de 12 años y encontró un trabajo temporal lavando coches. Con pocas perspectivas laborales, empezó a realizar trabajos de limpieza para una empresa de autobuses. Cuando cumplió los 18, fue promovido a chofer e inmediatamente después se convirtió en padre de su primer hijo, Ronald.

Aunque ha pasado por muchos altibajos, Deivit está muy agradecido porque ha podido asistir a la graduación de su hijo. ©IOM/Monica Chiriac

Cuando ese período en el que se dedicó a conducir autobuses llegó a su fin, Deivit dio un paso audaz a la edad de 24 y abrió un salón de peluquería junto a su pareja. Por 14 años, el negocio floreció hasta el inesperado embate de la pandemia.

“Era imposible mantener el negocio a flote”, recuerda.

Luchando para conseguir clientes, Deivit  anhelaba poder comenzar a reconstruir su vida. Fue durante este período que un cliente le sugirió mudarse a España, lo cual sonaba como una buena idea en ese momento, puesto que obviamente él ya hablaba el idioma. “Todo el mundo me decía que la vida era increíble aquí, pero nunca nadie me habló de los sacrificios que hay que hacer”, reflexiona.

La promesa de una vida mejor nos encegueció y llegamos hasta este lugar con falsas expectativas. Al llegar, uno llama a los amigos, pero ni siquiera te contestan. Te dejan varado en el aeropuerto con el equipaje.

Sin poder regularizar su estadía, Deivit no tuvo más opción que la de realizar trabajos mal remunerados para poder sobrevivir. “Mis momentos más complicados fueron cuando tuve que mendigar para recibir ayuda o ver a mis amigos dormir en la calle”, cuenta. “A algunos migrantes ni siquiera les pagan o son golpeados y humillados; en mi caso, tuve bastante suerte”.

Encontrando consuelo en la comunidad de migrantes, por el boca a boca muy pronto comenzó a trabajar en el área de la construcción. Antes de su llegada a España no conocía ese tipo de trabajo, pero con gran rapidez pudo aprender lo básico y soportar duros turnos de 12 horas bajo el sol abrasador. “Ahora hace 22 días que estoy sin trabajo si bien recorro las calles a diario a la búsqueda de oportunidades laborales”, explica. “No sé cómo voy a pagar la renta este mes”.

Un día estaba mirando el TikTok y se encontró con un video de un migrante que había logrado retornar a Colombia con la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Antes de irse, había empezado un pequeño criadero de peces con su suegro y la posibilidad de hacerlo prosperar lo intrigaba.

“Me dije a mí mismo, mira la vida que podría haber tenido en mi lugar de origen en lugar de luchar para poder llegar a fin de mes en otro lugar”, recuerda Deivit. Después de acercarse a la OIM fue invitado a una capacitación en donde aprendió los aspectos básicos de iniciar un negocio, lo cual le permitió luego presentar una exitosa propuesta de proyecto.

En breve, Deivit regresará a su casa y se emociona con la idea de poder comenzar con su propio negocio nuevamente. ©IOM/Monica Chiriac

Confiesa que a pesar de ganar un salario modesto en Colombia podía vivir como un rey; en cambio en España siempre estuvo lejos de eso. “Aquí todo ya ha sido hecho y construido; no hay espacio para crear o desarrollar, y si lo hubiera, uno tendría que tener suficiente capital como para ser auto suficiente”.

Del otro lado del océano, la familia de Deivit lo espera con gran ansiedad. “A diferencia de otros migrantes, he sido franco con ellos acerca de mis luchas, de modo que no esperan mi regreso con una valija llena de euros”, dice riendo. Sin embargo, también dice que está muy agradecido por haber podido tener esta experiencia en el exterior.

“Se aprende mucho cuando uno tiene que arreglárselas solo. Si no hubiera venido acá, todavía estaría trabajando en la peluquería y nunca podría haber madurado en la forma en que lo hice”.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) puede ofrecer apoyo para su Programa de Retorno Voluntario Asistido y Reintegración (AVRR) gracias al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migración de España. Para más información acerca de cómo acceder al programa AVRR de la OIM en España, por favor ingrese aquí.