Me llamo Liseth, soy colombiana, y actualmente vivo en Sevilla. Me considero una persona arriesgada y soñadora, con grandes metas, siempre buscando la forma de alcanzar sus sueños. Cuando decidí migrar a España me pregunté, ¿Podré dejar mi vida en Colombia y comenzar desde cero?, ¿Qué pasará si no sale como espero?...

La primera vez que salí de Colombia fue hace poco, justo para venir a España a visitar a mis dos hermanas. Allá yo tenía ya una vida hecha; económicamente estable y junto a mi familia. Sin embargo, notaba que mi salud comenzaba a deteriorarse debido al estrés y al ritmo tan acelerado que llevaba. Trabajaba como abogada mientras estudiaba una especialidad, y apenas tenía tiempo para estar con mi hijo. Así que tomé la decisión de migrar, junto con mi esposo, pensando en qué queríamos para nosotros como personas y como familia. Nos dimos fuerza mutuamente y dimos el salto.

El proceso ha sido intenso; una mezcla de alegría, miedo, angustia, incertidumbre y emoción. Ha sido gradual y con cambios radicales; por ejemplo, pasar de trabajar en una oficina, llevando casos de clientes, a ser cuidadora de personas mayores o servir bebidas en una cafetería. Algo que me ha ayudado ha sido tener en mente que no sería para siempre, sino que sería un escalón más en este viaje que decidí emprender, y convertir el vacío de lo que dejamos atrás en una fuerza motora para continuar avanzando en dirección hacia el objetivo.

Para continuar mi camino profesional, conseguí homologar seis materias de la carrera en la Universidad de Sevilla y volver a comenzar mis estudios, ahora aquí con “una nueva vida” en Sevilla Fue un reto  ponerme al día con el curso, aprender un sistema educativo nuevo y trabajar a la vez, pero sé que cada día estoy más cerca de conseguir mi sueño de ser abogada aquí, como lo era en mi país, de tener un balance entre mi vida personal y profesional, y de darle un mejor futuro a mi hijo, a quien ahora puedo dedicarle más tiempo.

La migración trae consigo diversidad, que enriquece a través de las diferencias, pero también nos hace darnos cuenta de todo lo que tenemos en común.

Pienso que ser migrante es una lucha diaria, desde que se toma la decisión de migrar, el trayecto, el proceso de integración con esas ganas de “lo nuevo”, y ese miedo por no meter la pata haciendo o diciendo algo incorrecto. A esto se le suma el desafío de enfrentar prejuicios o estereotipos que en ocasiones derivan en discriminación. Nuestra adaptación ha sido poco a poco, quien mejor lo ha llevado ha sido mi hijo, quien ahora tiene seis años y ha hecho muchos amigos.

Como migrantes buscamos un mejor presente y un mejor futuro para nuestras familias y para nosotros mismos. Aportamos experiencia, no solo a nivel profesional sino personal. La migración trae consigo diversidad, que enriquece a través de las diferencias, pero también nos hace darnos cuenta de todo lo que tenemos en común.

Andalucía para mí, resumida en tres palabras, seria oportunidad, hogar y metas. Sevilla me ha acogido y aquí es donde estoy construyendo mi hogar, y donde tendré la oportunidad de conseguir mis metas. En unos años me veo trabajando para una organización internacional aquí en Europa, construyendo mi vida con mi familia, y ayudando a otras personas que lo puedan necesitar. Me gustaría ser un ejemplo para otros que deciden migrar, demostrando que con disciplina, constancia y perseverancia los sueños se pueden cumplir.

Esta historia de vida forma parte de la campaña “Soy Migrante”, como parte del proyecto “Marca la Diferencia”

SDG 4 - EDUCACIÓN DE CALIDAD
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 16 - PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS
SDG 17 - ALIANZA PARA LOGRAR LOS OBJETIVOS