Historia
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  • Anna Tsybko | OIM Ucrania

Odesa, Ucrania – Una biblioteca en Odesa está llena de niños y niñas acompañados por sus padres, si bien hoy no están allí para explorar libros. Se trata de un día especial para ellos. Los libros no se tocarán y esperarán con ansiedad la llegada de amiguitos de cuatro patas. La mayoría de los concurrentes no se conocen entre sí y antes del inicio del evento el salón está muy tranquilo.

Los niños interactúan con un Beagle de Kherson durante una actividad psicosocial de la OIM en Ucrania que cuenta con la asistencia de perros. Foto: OIM Ucrania 2024/Stanislav Kalach

Mientras aguardan la llegada de dos amigos peludos, los menores cada tanto se reúnen. Al principio pareciera que nadie quiere hablar ni mezclarse con el resto, pero este ambiente luego cambia totalmente cuando se trata del tema de las mascotas. De repente los menores empiezan a hablar, comparten vivazmente historias sobre sus tan amados perros o gatos, sus nombres, sus colores y cómo les encanta jugar con ellos y sacarlos a pasear.

Se trata de uno de los varios eventos organizados por la OIM para intentar darles algo de paz a quienes han sufrido los impactos del actual enfrentamiento bélico en Ucrania, que en breve ingresará en su cuarto año. Los perros les permiten a los participantes escapar al menos por un rato de las realidades cotidianas de la guerra. La habitación que en algún momento estuvo silenciosa ahora está llena de risas y de charlas mientras las estrellas del show hacen su aparición: dos perros, un bullicioso Beagle y un curioso Chihuahua.

Los perros han sido certificados para ayudar en las terapias. Sus dueños usan esas terapias con asistencia de animales en instalaciones especializadas en toda Ucrania. Foto: OIM Ucrania 2024/Stanislav Kalach

Estos perros han viajado desde Kherson en la zona sur de Ucrania, junto a sus dueños, Olena y Sofía. Mientras los perros hacen trucos- como caminar apoyándose en las patas traseras, saltar a través de aros e incluso jugar al fútbol- la emoción de los niños y niñas y sus risas van en aumento. Se los invita a participar y muy pronto la sala es un torbellino alegre de interacción entre los chicos y los perros.

Las iniciativas psicosociales de la OIM en Ucrania que incluyen la participación de perros han sido diseñadas para ayudar a los participantes a superar dificultades emocionales originadas en la guerra y para el mejoramiento de las capacidades comunicativa

Antes de la guerra Olena coordinaba un centro de capacitación canina en Kherson en donde con regularidad ayudaba a los niños y niñas a encontrar un lenguaje en común con sus mascotas. Por medio de la interacción con los perros, los menores aprendían una variedad de habilidades, desde técnicas para capacitar a los perros hasta otras para vencer los temores, además del desarrollo de habilidades comunicativas. “Sofía fue uno de esos niños”, explica Olena. “Llegó cuando tenía 11 años con su nuevo Beagle para que lo entrenáramos”.

Durante la ocupación rusa de Kherson, Sofia y Olena ayudaron a los dueños de mascotas entregando alimento para perros a quienes lo necesitaran. “Nos sirvió para estar ocupadas y para mantenernos mentalmente estables”, recuerda Sofía. “No podíamos simplemente quedarnos sentadas sin hacer nada”.

Ucrania recuperó el control de Kherson en el otoño de 2022, pero el hijo de Olena no pudo ir a la escuela pues los bombardeos y el fuego de artillería eran incesantes. “Empezó la escuela durante la pandemia, y después vino la guerra. Nunca pudo ir a las aulas, y eso ha sido muy difícil para él, pues las extrañaba, no solamente los estudios en sí sino la interacción social con otros alumnos y alumnas. Por eso es vinimos a Odesa.”

Sofía también se fue a Odesa y fue así como terminaron trabajando juntas.

Estos fueron los mismos perros que ayudaron a Olena a adaptarse a su nueva vida en otra ciudad. En Kherson, ella era conocida por su trabajo como entrenadora de perros, pero en Odesa, la creación de nuevas relaciones trajo desafíos nuevos y singulares. A pesar de ofrecer actividades gratuitas con la participación de perros a varias ONG, inicialmente se encontró con que había poco entusiasmo por las actividades propuestas, lo cual le bajó el ánimo.

El hijo de Olena, Artem, lee junto a su perro, Vinni. Foto: OIM Ucrania 2024/Stanislav Kalach

Poco tiempo más tarde, cuando estaba jugando con su perro en un parque, una mujer se le acercó. Tenía un perro propio y preguntó si Olena estaría interesada en actuar en un jardín local. “Cuando yo pregunté si se me permitiría llevar a un perro a un jardín, me dijo que en realidad ella era la dueña de este jardín preescolar”, recuerda Olena.

Las cosas comenzaron a cambiar después de eso. Olena encontró un espacio accesible para sus actividades simplemente conversando con personas en un negocio local para mascotas. Su colega, una psicóloga de Kherson, muy pronto se le unió en Odesa para trabajar para una ONG, y juntas empezaron a organizar actividades con la participación de sus voluntariosos amigos peludos para darles tranquilidad a los menores.

“Una de esas actividades involucraba mi primera experiencia real con niños y niñas que tenían miedo a los perros. Cuando lograron superar ese temor, aumentó su nivel de confianza y a la vez los hizo mucho más resistentes a otros miedos”, Olena cuenta.

“Una vez estábamos con un grupo de personas mayores, todos de más de 70, cuyos parientes habían tenido que irse del país. Estaban aislados. Para ellos, interactuar con las mascotas fue una cuerda salvavidas – se convirtió en una canal de comunicación clave para esas personas”, reconoce Olena. Estos perros también han sido certificados para trabajar en terapias, lo cual les permite participa de terapias asistidas por animales en instalaciones especializadas.

Sofía con su Beagle durante la actividad psicosocial de la OIM. Foto: OIM Ucrania 2024/Stanislav Kalach

“No todo el mundo puede tener una mascota, especialmente en este momento”, explica Olena. “Durante la guerra mucha gente tuvo que abandonarlas por la ocupación, una situación desgarradora para muchos y muchas. En este momento muchas personas están alojadas en lugares en los que tener animales no es posible. Pero la necesidad de conectarse con los perros nunca desapareció”.

Una de las participantes, también llamada Olena, comparte la experiencia de cómo una querida gata de 13 años murió justo antes de la invasión.

“Todavía recuerdo cómo me esperaba, mirando a través de la ventana y siempre lista para saludarme cuando llegaba a casa”, recuerda. “Ahora mis amigos hacen bromas en el sentido de que no puedo cruzarme con cualquier perro o gato y no parar para saludarlo. Lo triste es que no puedo tener una mascota propia porque los propietarios del lugar en el que vivo raras veces permiten a los inquilinos tener mascotas. Por eso esta actividad es tan especial – me da otra oportunidad de conectarme”.

“Lo que se busca con nuestras actividades es que los participantes puedan liberar las emociones reprimidas, que puedan desarrollar resistencia al estrés y reforzar sus habilidades comunicativas por medio de la interacción con los perros”, dice Nadiia, Líder del Equipo de Apoyo en Salud Mental y Psicosocial en Odesa. “Un perro puede tener un rol muy significativo en cuanto a promover la empatía y fortalecer las relaciones en el seno de una familia”.

El personal de la OIM coordina una actividad de trabajos manuales en la que los niños y niñas crean figuras de perritos. Foto: OIM Ucrania 2024/Stanislav Kalach

Hay demanda de sus servicios. Las agendas de Olena y de Sofía están completas, sobre todo los fines de semana, pero ya están planificando proyectos futuros. “Busco que más gente se incorpore a nuestro equipo. Estoy trabajando en un nuevo proyecto – encontrar familias que puedan adoptar animales de los albergues para que puedan tener un nuevo hogar para siempre”, dice Olena.

A pesar de los desafíos del desplazamiento, Olena y Sofía han encontrado la manera de convertir su pasión por los perros en una fuente de alegría y sanación para otras personas.

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